Una cabra ya carcomidica y sin ojos para mirarnos, nos dio la bienvenida en silencio. Su iglesia, un gran ejemplo del románico aragonés, coronaba el pueblo, siendo ésta, uno de los más ilustres ejemplos de templo con vistas al cielo que hoy día están causando sensación en toda la comarca. Comunión directa con el Señor y bendiciones al fresco.
Los lugares abandonados tienen algo que me gusta, que me resulta atractivo. Os dejo unas fotillos a ver si os animáis a dar un paseico por Otín!
2 comentarios:
GRRRR.... tenias que sacar a la pobre cabra!!!
Qué bonito pueblo! Darían ganas de ir de no ser por ese enigmático cuchillo,psicópata!
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